SUEÑO INEXISTENTE
Todo termino ser una pesadilla, cuando me encontraba parado a la orilla del mar, sintiendo como la brisa rozaba mi rostro. De repente, me sentí confundido, perdí la noción de mi cuerpo y me desvanecí, cayendo en las profundidades de aquella agua salada.
La frialdad de sus cristalinas aguas invadía mi cuerpo. Me sentía aturdido, mas no tenía miedo. Era una conmoción entraña de paz y al mismo tiempo de una inquietud perturbadora. Cada vez me adentraba más en un mundo nunca antes visto. De repente, un jalón en mi brazo me devolvió a la realidad. En ese momento escuché una voz que se dirigía hacia mí.
- ¿Te das cuenta de dónde has estado?
- Sí – Respondí un tanto mareado – fue un accidente
- Pero qué accidente jovencito, ¿acaso no sabes que has podido morir?
- Sí, lo sé, pero si no lo hacía, no hubiera podido seguir viviendo.
- Eres un muchacho extraño, pero mírate nada más, estás todo mojado, por favor, acompáñame a mi hoguera, no vayas a pescar un resfriado. Sígueme, de paso me puedes explicar que estabas tratando de hacer.
Solo acerté a afirmar con la cabeza y seguí al anciano que me había rescatado hacia un claro de donde emanaba una luz intensa.
Al llegar pude ver la mirada penetrante del anciano y decidí hablarle.
- Gracias por haberme salvado, disculpe por no habérselo dicho antes, pero me encontraba algo confundido, - es como si hubiera estado en un sueño de guerra en el que uno no puede parar.
- No te preocupes hijo, tu estado es normal después de lo que te ha pasado, pero lo que me sorprende es cómo sigues vivo, el caer en esa profundidad significa una muerte casi segura.
- Sí, eso ya lo sé, pero como ya se lo dije, debía de hacerlo.
- ¿Cómo es eso muchacho? ¿Me lo puedes explicar?
- Pues verá, todo comenzó en cuestión de segundos…
Me encontraba ya de regreso a mi hogar, cuando de repente oí la voz de alguien que pedía ayuda. Al percatarme de que provenía de aquellas aguas profundas, sentí miedo, pero los gritos desgarradores atrajo involuntariamente mi cuerpo. Estando ya cerca de aquel lugar, pude divisar a la criatura que iba desapareciendo ante mis ojos. Silencioso, la observé con esfuerzo de que me viera para que tomara mi mano. El hecho de mirarla quedo grabada intensamente en mi memoria, y que sorpresa cuando descubrí que a pesar de los días que habían pasado ella seguía en aquel lugar, su cuerpo se fue pero su alma aun sigue aquí.
Su voz me dejó pasmado y su mirada atravesó mi cuerpo, era la segunda vez que le veía y sin embargo me causaba un poco de miedo porque sabía que el primer día no pude hacer nada para ayudarla.
Desde ese entonces, me dediqué a conocerla, quería saber que era lo que le había pasado, para eso regrese cada noche y mi amistad por ella creció día a día.
Todo parecía ir bien hasta que me conto de su desespero por encontrar a un ser querido, ese había sido la razón fundamental de encontrarse en aquel lugar, todo el que aquí se acerque -insistía repetidamente- no puede escapar de las profundidades de estas aguas.
Yo me negué a aceptar esa idea, pero en el fondo de mi sabía que ella no provenía de este mundo, que sus orígenes se encontraban fuera del alcance de mi entendimiento.
Al llegar la noche, sus ojos se bañaron en lágrimas y simplemente diciéndome adiós me arrastraba de forme incontrolable hacia donde ella se encontraba. Traté de defenderme, pero era irreparable, parece que el destino así lo quería. Perdí el control de mi cuerpo y perdí el conocimiento cayendo en la profundidad de esa agua salada.
Todo termino ser una pesadilla, cuando me encontraba parado a la orilla del mar, sintiendo como la brisa rozaba mi rostro. De repente, me sentí confundido, perdí la noción de mi cuerpo y me desvanecí, cayendo en las profundidades de aquella agua salada.
La frialdad de sus cristalinas aguas invadía mi cuerpo. Me sentía aturdido, mas no tenía miedo. Era una conmoción entraña de paz y al mismo tiempo de una inquietud perturbadora. Cada vez me adentraba más en un mundo nunca antes visto. De repente, un jalón en mi brazo me devolvió a la realidad. En ese momento escuché una voz que se dirigía hacia mí.
- ¿Te das cuenta de dónde has estado?
- Sí – Respondí un tanto mareado – fue un accidente
- Pero qué accidente jovencito, ¿acaso no sabes que has podido morir?
- Sí, lo sé, pero si no lo hacía, no hubiera podido seguir viviendo.
- Eres un muchacho extraño, pero mírate nada más, estás todo mojado, por favor, acompáñame a mi hoguera, no vayas a pescar un resfriado. Sígueme, de paso me puedes explicar que estabas tratando de hacer.
Solo acerté a afirmar con la cabeza y seguí al anciano que me había rescatado hacia un claro de donde emanaba una luz intensa.
Al llegar pude ver la mirada penetrante del anciano y decidí hablarle.
- Gracias por haberme salvado, disculpe por no habérselo dicho antes, pero me encontraba algo confundido, - es como si hubiera estado en un sueño de guerra en el que uno no puede parar.
- No te preocupes hijo, tu estado es normal después de lo que te ha pasado, pero lo que me sorprende es cómo sigues vivo, el caer en esa profundidad significa una muerte casi segura.
- Sí, eso ya lo sé, pero como ya se lo dije, debía de hacerlo.
- ¿Cómo es eso muchacho? ¿Me lo puedes explicar?
- Pues verá, todo comenzó en cuestión de segundos…
Me encontraba ya de regreso a mi hogar, cuando de repente oí la voz de alguien que pedía ayuda. Al percatarme de que provenía de aquellas aguas profundas, sentí miedo, pero los gritos desgarradores atrajo involuntariamente mi cuerpo. Estando ya cerca de aquel lugar, pude divisar a la criatura que iba desapareciendo ante mis ojos. Silencioso, la observé con esfuerzo de que me viera para que tomara mi mano. El hecho de mirarla quedo grabada intensamente en mi memoria, y que sorpresa cuando descubrí que a pesar de los días que habían pasado ella seguía en aquel lugar, su cuerpo se fue pero su alma aun sigue aquí.
Su voz me dejó pasmado y su mirada atravesó mi cuerpo, era la segunda vez que le veía y sin embargo me causaba un poco de miedo porque sabía que el primer día no pude hacer nada para ayudarla.
Desde ese entonces, me dediqué a conocerla, quería saber que era lo que le había pasado, para eso regrese cada noche y mi amistad por ella creció día a día.
Todo parecía ir bien hasta que me conto de su desespero por encontrar a un ser querido, ese había sido la razón fundamental de encontrarse en aquel lugar, todo el que aquí se acerque -insistía repetidamente- no puede escapar de las profundidades de estas aguas.
Yo me negué a aceptar esa idea, pero en el fondo de mi sabía que ella no provenía de este mundo, que sus orígenes se encontraban fuera del alcance de mi entendimiento.
Al llegar la noche, sus ojos se bañaron en lágrimas y simplemente diciéndome adiós me arrastraba de forme incontrolable hacia donde ella se encontraba. Traté de defenderme, pero era irreparable, parece que el destino así lo quería. Perdí el control de mi cuerpo y perdí el conocimiento cayendo en la profundidad de esa agua salada.
- unos instantes despues recorde las palabras de victoria, mi esposa era como si esa voz penetrante en las profundidades viniera de ella... sí de ella victoria, la mujer que me pedia incanzablemente que llegara pronto a casa.
Luego de eso usted me rescató y lo demás es historia.
- Vaya muchacho – me dijo el anciano – es una historia dudosa la que me acabas de contar, pero deberías saber que aquella imagen no es otra que la de alguien que te está buscando o de alguien que no quieres que haga lo que a ti probabalemente te puede afectar y tu no lo ves asi. .
De inmediato recordé la historia triste de mi esposa, quien al conocer mi viaje improvisto se fue para siempre en ese recorrido de soledad que tanto me entristece.
Esperar a una nueva señal era lo único que me quedaba y decidido a hacer lo que fuera con tal de verla otra vez, esperé impaciente a que ella regresara.
Llegado el momento, tal como me dijo el anciano la vi descender de forma angelical. Sentía como poco a poco perdía mis fuerzas y cómo mi sangre se iba helando.
Que felicidad cuando me di cuenta que la vida me estaba dando una segunda oportunidad al tener entre mis brazos a aquella mujer que una vez me prestó su amor incondicional y que aun me sigue esperando con loca desesperanza y deseo carnal .
Luego de eso usted me rescató y lo demás es historia.
- Vaya muchacho – me dijo el anciano – es una historia dudosa la que me acabas de contar, pero deberías saber que aquella imagen no es otra que la de alguien que te está buscando o de alguien que no quieres que haga lo que a ti probabalemente te puede afectar y tu no lo ves asi. .
De inmediato recordé la historia triste de mi esposa, quien al conocer mi viaje improvisto se fue para siempre en ese recorrido de soledad que tanto me entristece.
Esperar a una nueva señal era lo único que me quedaba y decidido a hacer lo que fuera con tal de verla otra vez, esperé impaciente a que ella regresara.
Llegado el momento, tal como me dijo el anciano la vi descender de forma angelical. Sentía como poco a poco perdía mis fuerzas y cómo mi sangre se iba helando.
Que felicidad cuando me di cuenta que la vida me estaba dando una segunda oportunidad al tener entre mis brazos a aquella mujer que una vez me prestó su amor incondicional y que aun me sigue esperando con loca desesperanza y deseo carnal .
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